Existe un amplio sector de profesionales de distintos sectores relacionados con la problemática del autismo, así como muchos padres, que lo consideran como una “condición”, entendiendo este término como una idiosincrasia, como una forma de ser y no como un estado patológico. Sin embargo se está haciendo un uso aberrado del término médico “condición”, ya que el mismo implica una relación con un proceso patológico. Y por otro lado, se opone de forma diametral a los preceptos que la comunidad científica ha aceptado en la actualidad acerca de la naturaleza del autismo (el autismo es una afectación neurobiológica de origen multifactorial). Por tanto y de partida, en esta postura predomina la contradicción y la oposición al conocimiento científico actual.
Por otra parte, hemos de saber que el autismo que predomina en la actualidad es el llamado “autismo regresivo” en el que el niño presenta un desarrollo completamente normotípico, y a partir de una cierta edad (en general sobre los 15-18 meses) inicia un proceso regresivo en el que pierde de forma súbita o progresiva todas las habilidades neurocognitivas, y en ocasiones también psicomotoras, desarrolladas hasta entonces. Muchos padres muestran esta evidencia en videos del comportamiento y estado del niño antes y después de este evento regresivo. En ocasiones es referido este retroceso como brusco y en el margen de unos pocos días el niño experimenta una total regresión; en otras ocasiones este proceso se desarrolla lentamente en el curso de varios meses, por lo que los padres lo detectan con mayor dificultad (y más si son padres primerizos). ¿Alguien puede imaginarse esta situación en un adulto? Un adulto
que ha desarrollado una serie de habilidades cognitiva, sociales, etc.
a lo largo de su vida, y de pronto, y por una causa misteriosa pierde
todo conocimiento y habilidades desarrolladas y adquiridas hasta
entonces. ¿Alguien diría de esa persona que no está enfermo sino
que esa es su condición? Obviamente y desde el sentido común
nadie podría decir algo así. Esta hipótesis de que el autismo es una condición tampoco está soportada sobre la menor base médica,
biológica, bioquímica o científica en cualquiera de sus órdenes.
De otro lado, a juzgar por la progresión galopante que presenta el TEA, es lógico pensar que posiblemente en combinación con predisposiciones genéticas o no, existen factores medioambientales que han impactado en los inmaduros y vulnerables sistemas que forman el eje del desarrollo de los niños: